Siempre pensé que eras una pequeña niña,
cándida y elegante.
Siempre estuve ahí,
para apoyarte
de lo que fue, de lo que es, de lo que hiciste.
Pensaste mal,
te acompañé.
Confiabas en mi,
y yo en tí.
Pero lamentablemente estás muerta,
no para mi, sino para tí.
- Anónimo.
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