domingo, 17 de marzo de 2013

Desde que comenzó mi último año escolar, exactamente hace una semana y cuatro días, recordé que ya no puedo seguir postergando la pregunta más apresurada y difícil de mi adolescencia, ¿qué voy a estudiar?
Cuando tenía siete años, por motivos que desconozco, tenía la idea de estudiar medicina y eso me mantenía ocupada estudiando arduamente (mentira). En fin, en el año 2009 me di cuenta que detestaría estudiar medicina y todo lo que eso conlleva, estudiar minimo diez años para recién poder ser un profesional hecho y derecho, además de que me di cuenta que no me gusta la biología. Al siguiente año lo confirmé, me fue mal en todo lo que tendría un posible relativo al "área de salud" y me di cuenta que medicina nunca me haría feliz.
El 2011 no sabía nada de nada (un gran resumen para un buen año). Del punto de no saber qué hacer pasé a orientarme un poco más, el año pasado fue el primer año en que tuve más horas de historia que el común denominador (fuera de mis detestables compañeros de curso) y me dije a mi misma "aquí soy feliz". Gracias a un curso que tomé, pasé por todas las carreras del área artística de una universidad y me di cuenta que la carrera que más se acerca a lo que quiero es una que nunca creí que sería una de mis opciones; el bien ponderado diseño. Conversando con una amiga que está estudiando diseño, más la información que recolecté por muchos lugares, decidí qué es lo que definirá mi estado vacante de profesión. Aún mantengo mi mente abierta a otras posibilidades, pero esto, me llena casi completamente. Quizás no soy una gran creativa, quizás no soy buena dibujando, quizás no soy material de diseñador, pero perfeccionaré todas las aristas que me impidan desarrollarme. 
Espero con ansias el fin de este año.