sábado, 30 de noviembre de 2013

Partí manejando mi escarabajo muy lenta y despreocupadamente, olvidando a todos aquellos automovilistas descarriados. En un comienzo, no tenía idea de cuál sería mi recorrido ni mi destino, pero luego de unos kilómetros ya reconocí la ruta, y no tan sólo eso; ya sabía hacia donde me dirigía. Seguí andando, a veces aceleraba, a veces frenaba, a veces debía cambiar los neumáticos, a veces debía llenar el tanque, un sin fin de contratiempos que debían hacerse.
Ya en lo que pensé que era el último trayecto de mi recorrido, todo comenzó a fallar, el clima no me acompañaba y mi escarabajo estaba dándome muchos problemas. En un momento pisé el freno a fondo, pero me encontré con un inconveniente, venía un camión enorme, que me chocó de frente. Ése camión lo llamo realidad, eso es lo que se me vino encima y no supe poder esquivarlo.

lunes, 18 de noviembre de 2013

No sé qué hacer conmigo, siento que aburro a quienes me escuchan, pero debo exteriorizar lo que siento.
No puedo sacarme esta angustia, llevo más de un mes así. Se va temporalmente, pero no demora en volver. Tengo miedo de mi misma, a veces los impulsos me dominan y no puedo detenerme ante ellos.
Necesito una liberación y no sé dónde encontrarla.
No quiero tomar la costumbre de sentirme así, pero creo que esto ya es parte de mí.
Me siento como una desconocida en mi propia mente. Acabaría todo esto de la más simple mañera, pero esas ideas llevan fuera de mí un par de meses de sanación.
No quiero volver a atrás, pero temo mirar hacia adelante.

miércoles, 6 de noviembre de 2013

Carta para un viajero:
Tú, viajero que partiste desde fuera, llegando sin rumbo al norte, situándote por un largo tiempo allí, recorriste todo el lugar, cada esquina, cada rincón. Ayudaste a que ése lugar volviera a tener primavera, salvaste a toda su naturaleza y expulsaste a quienes hacían mal. Navegaste al centro, demoraste en desembarcar pero ya te acomodaste, y nadie te puede sacar de aquí. Con unas agradables baladas dejaste tus preocupaciones en este lugar y las transformaste en las preocupaciones de los árboles. Cada cierto tiempo volabas un poco al sur, todavía siendo centro, estremeciste el cielo, procurando dejar una pequeña huella cada vez que pasas por aquel sitio. No pasas desapercibido, pero a nadie le molesta eso porque te hace único y reconocible en todos lados. No pretendas volver a tu origen, fuera, ya que tu sabiduría y tus acciones, benefician a quienes aquí habitamos.
A ti, viajero del alba, no esperes a los demás y no demores en llegar a esos lugares en que nadie a podido estar.
Interpretar anatómicamente.

lunes, 4 de noviembre de 2013

Quiero llorar, ya no sé qué hacer. Soy un fracaso en todo lo que me propongo. No me siento acompañada y tengo apoyo. No soy de interés y aún así me preocupo. Ya no es algo que me agrade, ahora soy una molestia. ¿Cómo pasé a esto? Quisiera hacer tantas cosas pero prometí no hacerlas. Quiero hablar pero no puedo. Ya no sé qué hacer.