sábado, 30 de noviembre de 2013

Partí manejando mi escarabajo muy lenta y despreocupadamente, olvidando a todos aquellos automovilistas descarriados. En un comienzo, no tenía idea de cuál sería mi recorrido ni mi destino, pero luego de unos kilómetros ya reconocí la ruta, y no tan sólo eso; ya sabía hacia donde me dirigía. Seguí andando, a veces aceleraba, a veces frenaba, a veces debía cambiar los neumáticos, a veces debía llenar el tanque, un sin fin de contratiempos que debían hacerse.
Ya en lo que pensé que era el último trayecto de mi recorrido, todo comenzó a fallar, el clima no me acompañaba y mi escarabajo estaba dándome muchos problemas. En un momento pisé el freno a fondo, pero me encontré con un inconveniente, venía un camión enorme, que me chocó de frente. Ése camión lo llamo realidad, eso es lo que se me vino encima y no supe poder esquivarlo.

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