jueves, 3 de enero de 2013

-¿Un té? -preguntó la pecosa y colorina mujer del vestido verde, tratando a toda costa de iniciar una conversación lo más normal posible.
-Claro, de menta por favor -siempre pedía de menta. ¿Para qué preguntó si sabe que esa siempre ha sido su elección? Después de un silencio incómodo en el cual sólo sonaba el agua cayendo de la tetera hervida, la mujer del vestido verde intentaba descifrar en qué pensaba, qué haría después pero por sobretodo ¿a qué vino?
-Hace tiempo que no te veía por aquí. ¿A quién buscas?
-A nadie, me gusta ver el agua cayendo, me gusta el ruido de esta taza, me gusta la dulzura con que presentas tu odio hacia mi.
-No creas que te odio, tan sólo no te aprecio. Vuelve en dos horas y veremos cuánto aguantas aquí.
-Me quedo aquí hasta el final, no lo dudes.
-¿Para siempre? -preguntó la mujer.
-Por siempre.

No hay comentarios:

Publicar un comentario